Quizá es el calor o quizá los nervios porque todo está acabando. Quizá
es el ruido demasiado atronador de las calles en hora punta, o mi propio
murmullo interior lo que me hace echarte de menos así. Quizá es que hay
demasiado peso en mi espalda o demasiadas gotas de sudor empañando
sueños...
O quizá, simplemente, es que sigo sin resignarme y sin acostumbrarme a
no ver tu cara u oír tu risa. Quizá sigo esperando que me des un
caramelo cuando estoy triste... y sé que espero demasiado, porque el
tictac de un mudo reloj me cuenta que es hora de entender que ya no
estás...
La cuestión es comprenderlo o dejarlo pasar una vez más, guardando tu sonrisa en cada hueco de mí misma...
Y quizá hago mal, pero prefiero disfrutar con lo último, que decir adiós para siempre...
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