Somos tan predecibles a veces... Todos necesitamos de vez en cuando la aprobación de los demás, y nos dedicamos a conseguirla como si la vida nos fuera en ello, ¿pero acaso es tan importante? Lo único que nos tendría que preocupar es nuestra propia aceptación. Nos calentamos la cabeza con miles de historias extrañas, dejamos nuestra autoestima atrás, y la inseguridad nos come la mayoría de las veces, y todo porque "vemos" o, mejor dicho, nos imaginamos, que los demás nos criticarán o no nos aceptarán si hacemos esto y no lo otro, y una enorme y larga lista de varios etcéteras. Pero es que sinceramente, tenemos que saber decir "ya basta", y no precisamente a esa gente, sino a nuestra cabeza y nuestra inseguridad. Que nadie va a comernos si entramos en una sala llena de personas; que a todos nos da miedo hablar en público alguna vez, que a todos nos ha pasado que nos quedamos sin palabras otras tantas veces o decimos algo sin sentido en el peor momento. Y eso es algo que debemos olvidar: el egocentrismo. No todo es por y para nosotros: quizá esa mirada "atravesá" no iba para nosotros, o las risas de fondo no eran porque alguien se estaba burlando de cómo íbamos vestidos ese día de fiesta. Que nosotros tenemos inseguridades, pero no somos los únicos: todos las tienen. Incluso esas que estornudan por la mañana en el bote del colacao; esas diría que tienen incluso más que nosotros, si no, no sé el por qué de cubrirse la cara tan temprano.
Nosotros, como ya he dicho alguna vez que otra, somos los únicos que nos ponemos límites, y la inseguridad nos ciega: pero hay que aplastarla, y buscar tan sólo el aceptarnos a nosotros mismos, y a los demás que les den, hablando mal y pronto. Sólo cuando seamos capaces de hacer las cosas sin pensar en el qué dirán, seremos completamente nosotros mismos; seremos libres.
1 comentario:
Muy buena reflexión, yo la verdad es que ya hace años que me la suda lo que puedan pensar de mi, yo estoy a gusto conmigo misma, los demas que se apañen. Saluditos
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