Es bueno desahogarse siempre... y qué mejor manera de hacerlo que escribiendo. Dejándome la piel en cada huella que suelto sobre el papel, sin importar el tiempo que pase, siempre quitándome el caparazón para dejar lo mejor y lo peor de mi. Me encanta levantarme y pensar en lo que todavía me queda por escribir, por hablar, por reír o llorar. Dejarlo todo plasmado en el oyente que jamás juzga, mi querido papel. Porque no importa si es bueno o malo, me puedo deshacer en miles de volutas de polvo de grafito y quedarme quieta, sintiendo cómo todo lo malo se va, y explota.
Es una sensación que jamás podré expresar con palabras, y mira que de eso se trata... Escribir aquí o en una servilleta si hace falta, pero hacerlo cuando la necesidad es alta y la inspiración te toca en la frente... Hacerlo simplemente cuando quiero estar en paz conmigo misma y llenarme de tranquilidad. Algunos leen, otros escuchan música, otros salen a correr y yo... escribo. Siempre escribo.
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