20 de mayo de 2014

Que me den.

Sé que siempre animo a mirarnos a nosotros mismos y a querernos un poquito más. A juzgarnos menos y a dejarnos llevar. Vivimos estancados en el qué dirán o qué pensarán... y bueno, no, me corrijo. NO vivimos, directamente. Y hoy yo, por primera vez en bastante tiempo desde que me he dedicado a practicar más la teoría que aquí publico, me siento cansada. Agotada. Hoy no es un día bueno; hoy la lluvia está aquí y hay truenos y relámpagos y sinceramente, me da igual. Hoy no tengo ganas de levantarme y echarlos y de decirle al sol que venga, que aquí estoy con una sonrisa esperándolo. Hoy me da igual sentirme mojada por esa lluvia. Hoy me da igual estar aquí sentada sin hacer nada, dándome autocompasión (aunque sea malo). Hoy, de hecho, es así como quiero estar. Me gustaría sentarme y desatar la mala hostia que hoy me sube por la espalda. Me encantaría gritar cuatro cosas bien dichas y quedarme tan agusto. Me encantaría ponerme a llorar y abrazarme a mí misma diciendo que soy penosa. Sí, hoy me odio. Hoy odio todo lo que me rodea, nada me gusta y con nada estoy contenta. Hoy quiero ser la chica típica de las pelis americanas y tumbarme en mi cama a ver cosas ñoñas mientras me como una tarrina de helado de chocolate con Nutella por encima. Sí, vale, puede que esté siendo melodrámatica, pero es que hoy me da igual. Hoy quiero ser patética y escribir aquí esta mierda porque sí. Hoy quiero que si alguien me lee piense que soy gilipollas, a ver si las ondas de pensamientos me llegan y me dejan tan grogui que no despierte hasta dentro de unos días. Está bien quererse a uno mismo y poner sonrisas y ser amables siempre que podamos. Está bien no fijarse tanto en la vida de otros y concentrarnos en la nuestra y pasar y no juzgarnos ni mirarnos mal... pero hoy, simplemente,no puedo. Que os den. Que os den y que me den.

30 de marzo de 2014

Tú.

Dicen que a veces el tiempo es humo, y se va sin más. Dicen que a veces la vida escapa como las gotas de lluvia por una alcantarilla. Los ríos nos inundan, los relojes nos pisan los pies y nos meten prisa. Dicen que no nos sentimos a salvo si no es en casa, pero yo no me siento segura si no es ahogándome en tus ojos. Dicen que cada día que pasa, el sol ilumina más alto, y las nubes abruman menos. Dicen que cuantos más pasos demos, más pequeños son los obstáculos que encuentras. Dicen que si tienes miedo y te ofrecen una sonrisa verdadera, ya nada importa, y tienen razón: tu sonrisa es mi chaleco salvavidas. Sonríeme hasta helarme los huesos y chamuscarme el corazón, porque sólo tú puedes hacerlo. Dicen que si "la vida te da limones, hagas limonada", pero a veces es difícil. Dicen que si llueve demasiado fuerte y los colores del alma se empiezan a borrar, bailemos y desafiemos a la tormenta. Dicen que cuando nos perdemos, no hay nada mejor que una mano amiga, y a mi me encanta perderme porque sé que cuando quiera encontrarme, ahí estará tu mano. Dicen que la vida es bella... y la mía brilla por tu presencia.

11 de febrero de 2014

Cicatrices.

Lo que no sé es por qué me dan estos nervios y esta angustia cada vez que veo que alguien se aleja. Vale, sí, reconozco que siempre he vivido con el miedo del qué dirán y de si será mía la culpa. Pero es que esto no es forma de vivir... Me levanto cada día y le doy mil vueltas a lo mismo: miro Facebook, Twitter y vuelvo a Facebook sólo para ver si han puesto algo y si lo ponen, da igual que no sea por mi, me doy por aludida. Y todo es por ese estúpido miedo que le tengo al fracaso, a quedarme sola y sin nada. No me valoro, no tengo autoestima, y me pisoteo a mi misma una y mil veces. Pero qué más da, ¿eh? Vosotros vivís bien en vuestro círculo y con vuestro orgullo... No os vayáis a preguntar nunca si alguien que supuestamente es vuestro amigo está mal o no... Bueno, y ni mucho menos os vayáis a rayar pensando que el motivo de que alguien esté realmente en la mierda y pasándolo mal, sea el hecho de que vosotros inexplicablemente habéis dejado de hablarle o le habéis dejado de lado. ¿De qué me sirve a mi hablar las cosas si sigue todo prácticamente igual? Yo he ido, pero es que ya me cansa estar rodeada de gente que parece que de buenas a primeras, si no es todo como ellos quieren, cambian... Me he mirado mil veces a mi misma y he pensado en ello muchísimas veces más... pero es que no sé qué pasa, por más vueltas que le de. Y solo consigo hacerme daño... Sólo consigo pensar una y otra vez en qué he fallado o en qué he hecho. De verdad que no sé que pensar o qué hacer. Todos me dicen que cuando alguien que es tu amigo ya de repente se aleja... debes dejarlo ir, porque quizá no es tu amigo. Mi gran problema viene cuando no soy capaz de entender por qué alguien que era tan amigo mí, se va... se va así, de buenas a primeras, sin explicación... Y cuando le pides la explicación y parece que todo está bien... No, no lo está. Será que debo crecer más, o madurar más, o aceptar mejor las cosas... Pero me puede toda esta situación. Y lo único que hago cada vez que pienso, es llenarme el cuerpo con aún más cicatrices.

8 de enero de 2014

Aunque duermas.

Respirar con el alma nunca había sido tan difícil. A cada suspiro todo se complica y a la vez se hace más rápido. Caminar desnuda por las hojas del calendario se ha vuelto más fácil. .. y poco a poco nos vamos renovando. O no. Porque ya no importa que sigamos de pie y bailemos sólo por esa persona. Ahora es el momento de cogerlo u olvidarlo. Pero nunca las dos cosas. Ya no tenemos elección: la luna llega un poco tarde como siempre, y las estrellas ya estaban brillando con la noche, ajenas a si tú has vuelto o no de tu rutina. Ahora lo único que necesitamos es salir y borrar del mapa la desesperación. Hay que dejar de buscar el sol, que la luna por fin llegó. Y es la hora de dejar atrás preguntas vanas y sin sentido. Es la hora de quererte aunque estés dormido.

23 de noviembre de 2013

Mis excusas, lectores :)

Sé que las dos últimas entradas (y en general, el blog) hablan de la superación de obstáculos de la vida diaria, de la inseguridad, de aceptarnos a nosotros mismos... Y sólo quería recalcar, que las escribo por y para mi, y para toda esa gente que se siente como yo, porque es que así es como me siento. Veréis, puede que no importe mucho, pero como es mi blog, escribo lo que quiero: soy una persona muy insegura y teórica. Sí, teórica; porque no soy capaz muchísimas veces de aplicar lo que yo misma escribo. Como bien sabéis, una cosa es la teoría y otra la práctica. Pero al menos, voy aprendiendo con cada paso que doy, y aunque no lo aplique día a día, como debe hacerse, cada vez supero un poco más mi inseguridad. Toda la gente que dice que hablo mucho y tal, no se equivoca. Pero el ser sociable no significa que no sea insegura. Toda esa gente que me critica por ello (los muchos, además), no saben segurísimo lo que es llegar a tu casa y pasarte horas mirando al techo mientras "duermes", pensando en lo mucho que hablas, lo que le habrás calentado la cabeza a menganito o fulanita, que no paras, que eres una cansina... Muchos de vosotros, amigos, no sabéis a veces cómo sienta que te digan: ¿no callas, no? Ni tampoco sabéis qué es la necesidad de hablar por no sentirte estúpida y que piensen que eres un mueble o un bicho raro. Y ahí está la clave de todos mis textos: "que piensen". Siempre he ido detrás de la aprobación de los demás: de que se rían con algo que digo, de que aplaudan algo que hago, de que piensen (otra vez el maldito verbo) que soy buena amiga y que estoy cuando lo necesitan. Y por ir detrás de que los demás me digan un "sí", he perdido mis ideas; me he perdido a mi misma. Ya no conseguía ser natural, y parecía que todo lo hacía por encajar. Entonces, llegan otras personas a tu vida, y te das cuenta de que ellos son como son: que buscan la aprobación, como todos, pero no como principal argumento de sus vidas. Y entonces comprendes lo idiota que has sido todo el tiempo: ahora hablo porque quizá sí soy cansina, o porque es una manía, o porque me gusta, qué cojones. Pero ya no tengo miedo de que me digan que no me callo, o que cuánto hablo. Ahora me da igual lo que puedan pensar casi el 90% de las veces, y eso se consigue a base de sufrimiento... y de superación. De pasar de la gente "amiga", que al final ni amiga ni nada, y de quererse a uno mismo. Y aunque todavía soy bastante insegura... me alegra poder reconocerlo, porque es un gran paso.
Y hala, ya os he calentado la cabeza, pero... me da igual :D

Libres.

Somos tan predecibles a veces... Todos necesitamos de vez en cuando la aprobación de los demás, y nos dedicamos a conseguirla como si la vida nos fuera en ello, ¿pero acaso es tan importante? Lo único que nos tendría que preocupar es nuestra propia aceptación. Nos calentamos la cabeza con miles de historias extrañas, dejamos nuestra autoestima atrás, y la inseguridad nos come la mayoría de las veces, y todo porque "vemos" o, mejor dicho, nos imaginamos, que los demás nos criticarán o no nos aceptarán si hacemos esto y no lo otro, y una enorme y larga lista de varios etcéteras. Pero es que sinceramente, tenemos que saber decir "ya basta", y no precisamente a esa gente, sino a nuestra cabeza y nuestra inseguridad. Que nadie va a comernos si entramos en una sala llena de personas; que a todos nos da miedo hablar en público alguna vez, que a todos nos ha pasado que nos quedamos sin palabras otras tantas veces o decimos algo sin sentido en el peor momento. Y eso es algo que debemos olvidar: el egocentrismo. No todo es por y para nosotros: quizá esa mirada "atravesá" no iba para nosotros, o las risas de fondo no eran porque alguien se estaba burlando de cómo íbamos vestidos ese día de fiesta. Que nosotros tenemos inseguridades, pero no somos los únicos: todos las tienen. Incluso esas que estornudan por la mañana en el bote del colacao; esas diría que tienen incluso más que nosotros, si no, no sé el por qué de cubrirse la cara tan temprano.
Nosotros, como ya he dicho alguna vez que otra, somos los únicos que nos ponemos límites, y la inseguridad nos ciega: pero hay que aplastarla, y buscar tan sólo el aceptarnos a nosotros mismos, y a los demás que les den, hablando mal y pronto. Sólo cuando seamos capaces de hacer las cosas sin pensar en el qué dirán, seremos completamente nosotros mismos; seremos libres.

19 de noviembre de 2013

Egos.

A veces nos miramos al espejo y nos juzgamos con demasiada dureza. A veces pensamos que todo lo hacemos mal, que es nuestra culpa que pasen las cosas, que somos nosotros los que hacemos que la vida, en general, no vaya bien. A veces nos odiamos, y somos nosotros mismos los que nos ponemos límites para realizar sueños, porque preferimos mil veces el "no puedo", "no sirvo para ello", "soy nulo", etc., cuando sólo lo hemos intentado dos o tres veces. A veces nos rendimos antes de comenzar. A veces blanco, y otras negro. A veces sólo sabemos poner excusas a nuestros actos de cobardes. Pero también, a veces, vemos el rojo y el amarillo de las cosas. A veces también somos capaces de levantarnos y mantenernos, de luchar sin perder la perseverancia ni la paciencia: sin miedo a caer. A veces también somos fuertes, incluso más de lo que esperamos de nosotros mismos. Por eso, porque muchas mañanas me levanto y pienso que tantas cosas son mi culpa, hundiéndome en la miseria yo sola, hablando conmigo misma de lo que debería cambiar y al final, no cambio, he decidido ver el gris de la vida. No todo tiene que ser negro o blanco. No todo tiene que ser un "a veces". Hagamos que superarse sea nuestro día a día. "Los únicos límites son los que uno se impone a sí mismo", y no puede haber más verdad en esta cita -que no sé si es exacta, pero que transmite lo que quiero decir.
Tenemos que ver un poco menos en los demás, dejar de pensar en el qué dirán y hacer las cosas porque queremos. Hay que dejar de no mirar un poco más allá de nuestras narices, dejar los límites atrás y avanzar con las cosas que nos gusten de verdad, esforzándonos al máximo. Y si queremos algo, luchar hasta conseguirlo. Y si algo nos disgusta, luchar hasta cambiarlo. Porque no hay nada mejor que ver que somos capaces de llegar mucho más allá, sólo por el hecho de satisfacernos a nosotros mismos y de mirarnos al espejo y decir: éste soy yo, y cómo me quiero.