8 de febrero de 2012

Diez.

Me encanta escribir, más que nada. Un trozo de papel puede ser para mi la mayor liberación que podáis imaginar. Amo huir del ruido de mi cabeza mezclándome con la tinta de un bolígrafo o el grafito de un lápiz.
Pero tambien me gusta evadirme escuchando música a todo volumen, cantar (o destrozar, como prefiráis) en voz alta y bailar como una loca mientras tanto, sin nada que me moleste ni nadie que me mire para reirse. También adoro acurrucarme en la cama en invierno con tres pares de calcetines si es necesario, andar sin zapatos por toda la casa y en verano, sentir la arena de la playa en la planta de los pies. Libros, otra cosa que también me flipa. Siempre que comienzo a leer me sumerjo de tal manera en las palabras, me meto de tal forma en la historia, que la hago completamente mía. No es la protagonista ni es su vida; soy yo y es la mía.
Dulces, sublimes. No he conocido placer más gratificante que meter una cucharilla dentro del bote de Nutella, comer lacasitos o cualquier tipo de chocolate cuando te apetezca.
Reírse, mi mejor medicina. Soy masoquista, le doy cuatrocientas vueltas a todo y si no tengo problemas, no importa, porque soy pesimista por inercia. Diría que casi bipolar, porque pese a todo lo que a veces me rodea y pese a que a las muchas veces que la cago, si algo he sabido hacer es salir adelante, riéndome. Me encanta burlarme hasta de mi sombra, porque tendré mil defectos, pero soy así y aunque a veces cueste, me acepto tal y como soy.
Las sonrisas mi delirio, y los ojos aún más. Podría pasarme horas mirando unos mismos ojos para descubirir todos los matices que tienen sin aburrirme. También podría pasar horas mirando cómo alguien especial me sonríe, sólo porque soy yo misma, con mi locura siempre a cuestas.
La nieve me derrite: pocas veces he experimentado eso de coger una bola de nieve y moldearla, pero nunca había sido tan feliz como entonces, cuando recuerdas la inocencia de tu infancia al sentirte pequeña de nuevo haciendo muñecos. Y hablando de nieve, los helados, hasta en invierno. Me duelen los dientes, pero hasta eso se me olvida cuando disfruto de uno de ellos.
Me gustan muchas cosas pero sobre todo, que me abracen cuando tengo frío, que me canten aunque no sepan, que me sonrían porque sí, que me cojan de la mano para sentirme de nuevo pequeña, que me susurren un "te quiero" al oído para que solo yo pueda oírlo, que me rocen la espalda o el cuello y los escalofríos me hagan volar, que se pasen horas hablando conmigo de todo y de nada, que me cuenten hasta su más pequeña tonteria, haciéndome sentir importante porque sé que ante todo, cuentan conmigo...
Me gustan muchas cosas, sí, y entre ellas los números impares pero, por irónico que parezca, si hay algo que realmente me encanta, es el seis... y el diez.


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