28 de diciembre de 2011

Capítulo.

Hace tiempo que empezó todo esto. Desde el primer día se me hacia raro pensar que ni siquiera llegasemos tan lejos... No tienes ni idea de la ilusión que me hacia leer un simple sms o ver una llamada perdida cuando me despertaba por las mañanas. Me atrevería a decir que estaba más nerviosa cuando veía la manchita azul de tu autobús aparecer a la derecha que cuando me presentaba a un examen. Así de loca estaba. De esa manera empecé a quererte. Porque ya no eran sólo las hormiguitas en el estómago y esos comportamientos idiotas cuando estabas cerca. Empecé también a fijarme en si estabas o no conectado y si me hablabas, ya le buscaba sentido casi a los espacios entre las palabras. Llegué a obsesionarme con tus ojos, para mi siempre tan hermosos. Me encantaban. Creo que más que de ti, me enamoré casi de ellos. De su color verde los días de sol y de ese tono marrón miel cuando llovía. Me los aprendí en todos y cada uno de sus matices; eran, si es posible, mi asignatura favorita.
Pero también había más cosas, claro. No todo es color de rosa ni mucho menos. Y vinieron los errores y las caídas. Y luego, la recaída aquel veintisiete de mayo. Y muchas cosas, muchos precipicios. Pero tan importante eras, tanto te echaba de menos y te quería... que prefería tenerte como amigo a que te marcharas. Y aunque hubo más caídas, al final parecía que todo volvía a ser normal. Y yo era la persona más feliz del mundo, porque tú estabas a mi lado.
Y llegó ese nueve de noviembre inundado de más dudas. Porque si algo ha habido en nuestro camino a parte de errores y piedras, han sido dudas. Por mi parte y por la tuya, pero ya no importaba. El bache era demasiado grande. Recuerdo que lo que menos soporté de todo aquello fue ver tus ojos fríos, tranquilos, como no los recordaba ni había visto antes. Y cuando el puzzle se rompió y dejó de encajar, supe que aunque te echaría de menos bastante los primeros días e incluso semanas, no sería para tanto. Y fue exactamente así. Ahora ya no siento nada; ni siquiera rencor. Podría volver a hablarte sin problema alguno, como a un conocido más. Me quedo con los buenos recuerdos y con la moraleja de esto: que la vida es un libro y está lleno de gente como tú, que no lo son todo, sólo un capítulo.

4 comentarios:

wilma dijo...

Me suena taaaaan familiar.
Yo no quiero que sea un capítulo en mi vida, quiero ser protagonista de su historia U_U

Unknown dijo...

Yo lo quise tambien... Y el fue protagonista mucho tiempo, pero a veces los capítulos son demasiado largos y es mejor terminarlos... En este caso, aunque al principio doliera tanto, fue lo mejor...

wilma dijo...

pppfff! yo aún no sé si poner punto final. Lo sigo pensando y entre más lo pienso, más confundida estoy..

Unknown dijo...

yo habia puesto un punto y coma grande, grande... pero quizá dentro de poco vuelva a estar la cosa bien, en plan conocidos al menos...