4 de diciembre de 2011

Sol.

Buscarte dentro de bares, en mi cabeza, en tu cintura, en el cielo, en los ojos de un gato, en la curva más baja de tu espalda. Y encontrarte sentado en un cajón; sin ver, sin sentir, sin pisar las nubes que te rodean. Sin querer salir, siempre en el mismo agujero. Preguntarte que por qué sin obtener respuesta y, entonces, pedirte que te pierdas en mi sonrisa otra vez, que bailes y grites, que vuelvas a volar, que seas el mismo, que te rías de cosas que no tienen chiste, que digas tonterías como siempre sólo para ver cómo los demás disfrutan, que camines de mi mano. Y, sobre todo, pedirte que me dejes mirarte, que te inunde con mis ojos, que disfrute del brillo de tus dientes en una noche violeta de agosto. Que me dejes que vuelva a enseñarte cómo es el sol.

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