4 de enero de 2012

Gloria.

No hay nada que precipite un cambio; simplemente sucede. No hay ni una milésima de segundo que se libre de una decisión, de un acto, de una opinión. Todo en la vida son cambios y el tiempo no manda sobre ninguno de ellos, pese a que seamos sus esclavos. Somos marionetas de un gigantesco reloj, pero nosotros mismos podemos manejarnos a nuestro antojo. Las decisiones las tomamos nosotros; el cambio se produce porque queremos, sin más. Sin que el tiempo intervenga, sólo nuestra cabeza y, más frecuentemente nuestro corazón.
Que si algún día decidí perderme en tu mirada, no fue en un segundo, sino al saborear tus ojos. Que si quiero hacer de tu piel mi mapa favorito, no es porque en algún minuto me rozó, sino porque me gusta. Corazón de nuevo. Y por eso, simplemente por eso, arriesgo: porque si no lo hiciera, me arrepentiría. Prefiero mil veces seguir a mi corazón y dejarme llevar por lo que siento aún sabiendo que puedo equivocarme y caer. Porque en la vida, sin riesgo... no hay gloria.

No hay comentarios: