14 de enero de 2012

Vejez.

Cada viernes, a las 16:48 pasa el mismo autobús de siempre y yo, con la misma maleta que cada viernes, me subo. Y cada viernes, está la misma persona sentada en el mismo sitio. Me mira, me sonríe y casi me guiña el ojo. Es como nuestra pequeña rutina, un pequeño secreto que compartimos. No nos hablamos, no sé quién es ni él sabe quién soy, pero de algún modo nos conocemos. Llevamos así más de dos meses, y hoy pensaba decirle algo. Un simple "hola" con la misma sonrisa de siempre. Pero hoy no ha venido y puedo decir que casi lo he echado de menos. Su sitio estaba ocupado por otra persona y entonces he comprendido lo que es la vida.
Hoy cumplo diecinueve años, y en broma digo y me comentan lo vieja que soy. Pero creo que aún no llegamos a darle valor a lo que nos rodea: a un simple día de lluvia, a un rayo de sol que te toque el pelo, o a una mirada de un desconocido, que paradójicamente ya conoces, en el mismo bus de siempre, a las 16:48. Y hoy he echado de menos esa cara: porque yo estoy en la flor de la vida, pero a él ya se lo ha llevado la vejez.

No hay comentarios: